Y Mañana volveré a confirmar que mañana empiezo…
Estimado lector: tengo el deseo de ayudarle a procrastinar mejor. Porque, en general, se procrastina mucho. Pero la calidad de dicho tiempo de inacción –o de acción pasiva– es, generalmente muy pobre. No se le da la importancia que esta necesidad tan humana tiene. La importancia del no hacer nada, justificado por el deseo en firme de empezar a hacer, efectivamente algo… solo que siempre, más tarde.
Por ello, por lo sensibilizado que estoy ante la poca seriedad con que se suele afrontar, he preparado este breve tutorial. Esta breve guía de base, para programar y dirigir cada momento vacío del que disponga. Y todo, para intentar que se incremente en mucho la calidad de su tiempo ocupado en hacer nada. Cada uno de esos valiosísimos segundos, dedicados en exclusiva a la idea de aplazar, diferir, retrasar, ralentizar. En una palabra: pachorra.
Son cinco sencillos pasos, que podrá memorizar fácilmente. Pero no se amontone: si no le apetece hacerlo ahora, ¡puede hacerlo mañana! ¡O pasado! Lo realmente importante es que, por fin, ha dado el paso: ¡cuán importante es hacer bien eso del «no hacer nada»!
1Piense despacio. Cuando se entra en la dinámica de la procrastinación, indefectiblemente la conciencia se altera. Por ello, en el momento en que se observe a sí mismo y perciba que no está pensando absolutamente en nada, no se altere. No deje de pensar en nada del todo. Ordene sus ideas, a velocidad de oruga. Piense despacio, para no romper abruptamente la dinámica de la pachorra.
2Reconózcase y acéptese como procrastinador. Una vez descubierto el pastel, es hora de reafirmarse en su convicción; «sí, estoy no haciendo nada. Y además, he comenzado a pensar que tengo la intención de posponer la acción siguiente, por un tiempo prudente». Solo a través de la autoconciencia se establece un protocolo óptimo para el correcto desarrollo de la procrastinación.
3No le tema a los cambios de postura. Recostarse es bueno. Pero, una vez iniciada y asumida la fase de ralentización, es un completo error subestimar la importancia de la variación postural. Por mucho que parezca pesarle la idea abstracta del movimiento en plena fase de «no hacer nada», un leve giro en la columna o una simple mejora en el asentamiento trapezoidal, puede incrementar sustancialmente la calidad de su tiempo como ocioso.
4El tiempo es su amigo. Tendemos a la idea de que el tiempo corre en nuestra contra y no es así. El tiempo solo es una excusa que cuantifica los estados del ser vivo y su entorno. Así pues, no adopte una actitud tensa frente al tiempo, sino que puede asumirlo como un todo líquido que le lleva; que le mece, incluso. En caso de urgencia, es preferible fijar una alarma en su teléfono a estar receloso ante el tiempo. Cada segundo procrastinado, si se sobrelleva con dignidad, es un regalo que le ofrece la vida. Entiéndalo como tal y su confort al no hacer nada ganará enteros.
5Agradezca al cosmos cada procrastinación consumada. El cosmos es nuestro hogar, como tantas veces nos remarcó Carl Sagan. Al cosmos le debemos cada segundo que nuestra energía es capaz de consumir. Por ello, le recomiendo que sea consciente de la fascinación que supone el hecho de poder permitirnos este tipo de lapso. Viviendo como vivimos, inmersos en un sistema natural altamente agresivo y destructor, podemos permitirnos pasar tiempo sin hacer, aparentemente nada. ¡Placer de dioses! ¡Privilegio de la raza humana!
Conclusión. El primate primigenio evolucionó, dando paso a un ser erguido y pensante. Toda la evolución humana ha seguido el hilo de la búsqueda constante del confort; la comodidad perdurable. Por ello, no solo no debemos avergonzarnos ante el hecho probado de la procrastinación, sino que debemos ensalzarlo como uno de los rasgos más desarrollados de la psique humana.
Le recomiendo no perder ni un segundo en desarrollar un mínimo sentimiento de culpa: aplazar, diferir y abandonarse al ocio yacente consciente, es un hecho perfectamente natural y contrastado. Potencie la calidad de cada momento abandonado al confort del sofá, diván, tresillo, cama, hamaca, butaca… ¡Procrastine con coherencia y convicción! ¡Su entorno y su sistema nervioso simpático se lo agradecerán!